MI ESPERA POR TI.

La lluvia caía sobre mi cara a la espera de que llegaras.
El frío me hacía tiritar como si no llevase nada encima.

Pero nada de eso me hizo moverme de aquella plaza.

Me dijiste que vendrías.
Pasase lo que pasase, vendrías.

Y yo te creí.
Creí que había sido verdad todo aquel cariño.
Que lo que me decías al oído era cierto.

Así lo pensé las dos primeras horas.

Mi cara seguía chorreando como si de mi cabeza manase una fuente.
El frío ya era inaguantable y la humedad me hacía toser.

A las cuatro horas de espera mi ilusión se ahogaba en los charcos y veía la cruda realidad.

Tu ya no vendrías a cubrirme con tu paraguas.
Todo se había terminado sin ni siquiera haber comenzado.

Me fui de aquella plaza con la cara mojada, solo que ahora eran de mis lagrimas por ti.

Romualdo.

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