Jugué para ganar.
Aposté para cambiar.
Para tener lo que otros poseían, ofrecí lo que no era mío.
Conseguí grandes cantidades de dinero.
Pero cegado por su resplandor me olvidé de cual era mi objetivo.
Por arriesgar, olvidé que la banca siempre gana.
Y por tanto lo perdí todo.
Lo que era mío.
Y lo que deseaba.
Ahora solo estoy yo y la deuda que ni con mi vida puedo pagar.
Jugué para cambiar, y desgraciadamente lo conseguí.
ANÓNIMO.
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